Un día, una chica que bailaba carnaval en la ciudad entrerriana de Gualeguaychú aceptó una propuesta que le hizo el grupo ecologista Greenpeace de desfilar frente a unos sesenta presidentes de todo el mundo, llevando, además de poca ropa, un cartel que diría, fuerte y claro: “No a las papeleras”. Así comenzó todo para Evangelina Carrozo, aunque ahora diga, cómoda en su camarín, que nunca había deseado ser famosa.
Su performance como diosa-activista ecológica pronto dio sus frutos: el mundo entero se preguntó quién era la chica del cartel, y enseguida comenzaron a lloverle propuestas.
Su performance como diosa-activista ecológica pronto dio sus frutos: el mundo entero se preguntó quién era la chica del cartel, y enseguida comenzaron a lloverle propuestas.
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